domingo, 20 de marzo de 2016

SISSI

Sissi

Me acuerdo del día en el que Sissi llegó a casa. Yo estaba durmiendo en el suelo, y el cajón de la mesa de mi habitación se abrió, y de ahí salió Sissi. 
Sissi era una gata-robot del siglo XXII, y me contó que había venido para hacer de mí un muchacho más listo, deportivo, estudioso, bueno para hacer de mí un muchacho mejor.
Todo iba genial, Sissi y yo éramos muy amigos, hasta que Sissi empezó a cambiar.
Yo le preguntaba que qué le pasaba, pero ella nunca respondía. Le insistía e insistía, pero ella nada. Decidí ir a ver a su hermano mayor al siglo XXII con la máquina del tiempo de Sissi, y preguntarle a él que tenía muchos conocimientos. Pero él tampoco sabía nada.
Seguí insistiendo a Sissi por unos meses, hasta que me harté, la agarré fuerte del brazo y le dije:
-Sissi, pero ¡¿qué demonios te pasa?! ¡¡Ya no eres como antes!! ¡¡Dime qué te pasa!!
A Sissi pareció no agradarle ya que me golpeó la cara fuertemente y mi nariz comenzó a sangrar.
-Ben, yo tengo mi propia vida ¡y si no quiero contarte qué me pasa no lo haré!
Yo no sabía qué hacer. Ya estaba fuera de mis casillas. Si Sissi se iba a quedar así para siempre, que en vez de ayudarme me estorba, pues ya no la necesitaría. Entonces la llevé a mi habitación y comencé a darle patadas, y patadas, luego paré. Sissi estaba inmóvil, justo como yo quería.
Bajé corriendo las escaleras de casa y busqué algo en la cocina. Cuando lo encontré, subí corriendo hasta mi habitación. Sissi seguía allí.
El cuchillo que sostenía, momentos después se encontraba en la cabeza de Sissi.
-No he acabado con ella-pensé-, podrían repararla.
Entonces hice algo increíble. Agarré a Sissi y la llevé escaleras abajo. Luego busqué otra cosa en la cocina y, cuando la encontré, fui a la montaña de detrás de la escuela con el "cuerpo" de Sissi.
Cuando llegué a lo más alto, solté el "cuerpo", y encendí el mechero. Si en ese momento hubiera sabido que Sissi era inflamable, no lo hubiera hecho.
Acerqué el mechero al cuerpo, y cuando las llamas rozaron a Sissi, el cuerpo explotó, incendiando toda la cima de la montaña. Y quemándome a mí.
Horas después yo me encontraba en el hospital con una mujer a mi lado llorando. Yo no sabía quién era esa mujer.
-Hijo mío...-decía entre sollozos.
Yo no podía moverme. Ni hablar. Y casi ni respirar.
Entonces, lentamente cerré los ojos.
Y nunca más los volví a abrir.